La amargura de una decisíon

"Estoy cerca de tí.

Me llamo Luis. No estoy bien.

Sí, yo me fui ya hace tiempo. Casado con hijos. Tuve una familia que me quería y yo a ellos.

Pero mi esposa enfermó y yo no fui capaz de cuidarles como se merecían

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Fui un cobarde y les abandoné. Si a todos. No podía soporta pensar que el sufrimiento que experimentaba mi mujer fuera a ser el único horizonte en mi vida

Al principio no fue así, las cuidé bien, (eran dos hijas), ellas eran pequeñas pero eso cambio a medida que la enfermedad de ella iba avanzando

Su enfermedad cada vez la impedía más y más y yo no podía o no quería arrastrar esa carga. Ella se dio cuenta de que ya era para mí eso, una carga, y me rogó que la dejara. Y yo la deje, haciéndome primero el dolido y casi el indignado por “su decisión” que yo sabía que era mi decisión.

Ella fue buena hasta en eso. Me dejo ir en silencio, sin quejas…

La deje sola a su suerte cuando más me necesitaba.

Al principio la veía de vez en cuando, luego cada vez menos…

Conocí a otra mujer, guapa, con la que creí encontrar la felicidad que había perdido por la situación que había vivido.

Pero no me sentía en el fondo bien con lo que hice.

Mi mujer, al final falleció y mis hijas nunca me perdonaron que las abandonara,

Fui incapaz de hacer feliz a mi nueva pareja. Ni encontré la felicidad que creía haber perdido por la enfermedad de mi mujer, ni pude hacer feliz a la persona con la que estaba.

Al final acabo abandonándome ya que yo no quería tampoco tener más hijos, y ella comprendió que conmigo no alcanzaría la dicha. Mi mal humor y mal carácter mi amargura que fue avanzando acabaron por romper esa relación.

Porque yo quise a mi mujer y me equivoque cuando la aparte de mi lado.

Tenía que haber permanecido junto a ella en sus malos momentos igual que ella hubiese hecho sin dudar conmigo. Estropee todo.

Ahora ya solo quiero olvidar.

Pensé que la muerte me traería ese olvido pero que va, solo me ha hecho más vivos esos recuerdos, mi fracaso como marido y como padre.

Sigo con la misma amargura, solo, en este lado. ¿Habrá final de mi angustia? ¿Podría alcanzar el perdón de los que tanto año hice, de mi mujer, de mis hijas…?

Aprended de mi historia. No dejéis que se os escape en ese lado lo que realmente importa

Me queda el largo camino del dolor que lo inunda todo durante ya hace mucho tiempo, no sé hasta cuando…"

No importa cuánto vivamos, sino cómo vivamos.

"Lo más importante en una vida no son los años que se viven, sino cómo se viven.

lo importante no es llegar a ser muy longevo, vivir muchos años, pero echar la vista atrás y no haber hecho nada, no dejar nada, y dejar me refiero a gente que te valore, a acciones que hayas realizado, trabajos finalizados, seres queridos amigos, compañeros...

hay muchas veces que una vida corta está llena de actividades, de personas que la quieren, personas a las que ella ha querido, y por eso, a nosotros no nos gusta medir la vida en tiempo en años sino en intensidad

Una vez os dijimos que el objetivo no era el fin, sino que era cómo se vivía, era el camino.

Y al final hay que decir que en la vida no importa cuánta vida viva sino como de intensa la vivas y que hagas en ella.

lo triste es no es morir joven, lo es para la familia, lo es para las personas que no comparten nuestra vida, nuestra creencia, nuestra vivencia en la reencarnación

lo triste de una vida es que se termine y no haya hecho nada.

Cuando una persona no ha hecho el bien, pero tampoco ha hecho el mal no se les puede ni castigar por decirlo de algún modo para entendernos yendo a la parte oscura pero tampoco se les puede premiar porque no han hecho nada por ello sacrificio ninguno.

Muchas veces hablamos de personas que han podido y pueden hacer mucho bien porque tienen capacidad para ello, pero solo se han molestado en vivir bien ellos, muy bien de hecho,

Por eso la frase que resaltaría es que una vida no tiene porqué ser muy larga. Lo que sí tiene que ser es muy intensa."

La falsa caridad

"La caridad, es decir, el amor puesto en práctica, debería ser el principal impulsor de vuestros actos, en la vida que allí lleváis, y la que también llevamos aquí.

Sin embargo, y con gran dolor de nuestros corazones, asistimos a la banalidad de esa hermosa palabra, que muchos repiten y repiten, pero sus corazones hace ya tiempo que desconocen su verdadero significado.

De la caridad no se debe hablar tanto, si no practicarse.

¿Recordáis que vuestra mano derecha no debe saber lo que hace en vuestra mano izquierda? ¿y qué decir de aquellos que se golpean el pecho, mientras se ponen de ejemplo de una caridad mal entendida, una caridad empieza y acaba en ellos mismos, que nunca trasciende a los demás, ya no sólo materialmente, sino ni siquiera con un simple gesto de humanidad con sus hermanos?

No seáis como esos fariseos de los que Jesús nos hablaba, que presumía de cumplir mejor que nadie los preceptos y que luego tenían una piedra por corazón.

No habléis de caridad sino practicarla y no debéis de ir muy lejos. ¿no conocéis cerca de vosotros a nadie que sufre, situaciones de vuestros hermanos por las que pasáis de puntillas, como para no mancharos mientras, día sí, día no, os ponéis como ejemplo de ser los guardianes de la Caridad?

Mientras, negáis el pan y la sal, no ya a las personas lejanas, y no ya mediante desembolsos económicos, aunque muchos os los podríais permitir sin problemas, sino ni siquiera mediante los más humildes actos de compasión a los que os rodean.

¿Recordáis, de verdad, cual fue vuestro último acto real de Caridad frente a vuestro prójimo, o preferís engañaros para así tranquilizar vuestras conciencias?

Dejadme que os diga: todos esos que conocen bien la doctrina, que hablan tanto de un amor que no practican, aquellos a los que se les regaló con los dones del conocimiento y que no los quisieron poner en práctica, nada deben esperar.

Algún día serán preguntados: ¿qué hiciste por tu hermano, el que estaba a tu lado, el que sufría? No tuvisteis consideración por él, no os conmovió su sufrimiento... y ¿por qué esperas entonces que ahora nos conmuevas?

La misma consideración hacia los más humildes, hacían los que sufrían, que tuvisteis allí es la que debemos esperar aquí

El mensaje que os querían transmitir es pues el siguiente: dejad de hablar tanto de caridad, salir fuera y practicarla y no lo vayáis pregonando a los cuatro vientos.

Vuestros actos llegarán a oídos de Dios y cuando os llegue el momento seréis acogidos aquí con amor y con verdadera Caridad."